Dentro del corazón andino

¿Es posible afirmar que las dificultades topográficas y geográficas, sumado al fenómeno social del regionalismo, constituirían un limitante para imaginar una idea de nación colombiana contemporánea?

9 de abril de 2022


La Constitución de 1991 expresa que Colombia es una república unitaria, descentralizada, autónoma y pluralista, fundada en el respeto y la solidaridad de las personas. Pero si Colombia tiene todos estos adjetivos ¿por qué no es una gran nación? Hay que tener presentes los siguientes conceptos para entender la discusión. El nacionalismo se puede entender como una ideología homogeneizadora, dominante y controladora: un principio que construye la idea de nación. Por otro lado, la nación se puede pensar como una comunidad imaginada, limitada y soberana. Benedict Anderson expresa que la nación es imaginada, en cuanto es un concepto artificial político, fruto de la evolución histórica de la lengua, el territorio, la vida económica y social; limitada, porque la nación cuenta con límites geográficos definidos; y soberana, porque dispone de poder autónomo. Pero también existe el regionalismo. Contrario a la nación, el regionalismo es un principio de fragmentación y se entiende como dinámicas distintas entre regiones. Sabiendo esto ¿se puede imaginar una idea de nación en Colombia?

En términos geográficos, de acuerdo con Frank Safford y Marco Palacios, el territorio colombiano se divide en tres regiones principales: región Oriental, región Occidental y región Caribe. Estas tres regiones, influenciadas por su historia, y limitadas por sus recursos naturales, adoptaron diferentes  identidades, dinámicas y estructuras. Además, dieron paso a la formación de asentamientos estratégicos, pero distanciados entre sí. Las cadenas montañosas de los andes, entonces, han definido y limitado el desarrollo del comercio, la integración económica nacional, los ejercicios políticos y lo más importante: la interacción social entre diferentes regiones

Con la identidad de cada región también se formaron rivalidades. La competencia entre regiones ha sido una constante histórica, ya sea por adquirir el centro de poder político o por obtener ventajas económicas. En Colombia, dicha competencia se puede evidenciar en diferentes escenarios: la centralización del poder político y jurídico en Bogotá, la visible competencia económica entre Buenaventura y Barranquilla y las relaciones entre las familias de la costa Caribe con alta influencia política. Como producto de la competencia entre regiones, en Colombia se ha adoptado, casi que por inercia, el espíritu regionalista. La suma de estos dos factores resulta en mínimos -si no nulos- intentos para implementar mecanismos de unificación nacionalista. 

El regionalismo se configura más allá de las características del territorio. Se ha  impulsado por los efectos remanentes del colonialismo a través del conflicto de la identidad de los colombianos. Un factor determinante de la identidad es la percepción de los colombianos sobre ellos mismos. No es ni tan homogénea ni tan congruente. Algunos ni saben cómo definirse por las ideologías eurocentristas que se han sembrado desde la colonia; otros, porque la colonia los dejó sin elementos para recordar. 

Por otro lado, la competitividad por resaltar y demostrar ser el mejor ha impulsado al individuo colombiano a rechazar ciertos elementos que sí le pertenecen, instaurando así una idea de superioridad excluyente. El mejor ejemplo es la estratificación. Este nuevo fenómeno económico-social se apoderó de las mentes colombianas, impulsado por el origen etnico del individuo, dónde vive/de qué región es, los ingresos económicos y la educación. Pertenecer, tener y ser se volvieron motivos de discriminación. Así que, un indígena o campesino proveniente de una ciudad o pueblo pequeño, con ingresos limitados y poca educación no tiene cabida en una nación como la Colombiana. No son bienvenidos en su propio territorio. Esa intolerancia que se ha construido indiscriminadamente al interior del país se ha manifestado en un valor rector: el individualismo. 

La fragmentación histórica de la sociedad colombiana condicionada por la topografía, las diferentes dinámicas sociales y económicas, y la falta de identidad hace que la idea de una nación sea, por ahora, no más que un elemento abstracto. Es más que complejo tratar de implementar un proyecto nacionalista, Colombia no ha tenido la oportunidad de reproducir un proyecto de unificación exitoso gracias al pensamiento individualista. Un pensamiento que sustituye los límites geográficos por límites personales, donde la soberanía se ve limitada a las visiones de las regiones y ni se puede imaginar por la intolerancia que ha creado hacia sí misma. Siendo así, configurar un pensamiento nacionalista entre comunidades mutuamente excluyentes, todas ellas sumergidas en un ambiente hostil, violento, y con intereses económicos y políticos particulares es desconocer la rigidez de los valores rectores que han configurado la sociedad colombiana. 


(c) Sofia Barreto Ojeda 2022.