2 de noviembre de 2020
La cultura islámica es un ejemplo representativo de cómo la esfera del poder religioso y la esfera del poder político no solamente carecen de independencia, sino además de cómo el orden político y social se rigen por dogmas y códigos de conducta definidos por contenidos expresos e incluidos en los libros considerados sagrados. En primer lugar se encuentra el Corán. En su connotación religiosa, el Corán expresa la revelación de Dios al último profeta, Mahoma. Sin embargo, en el contexto político, su contenido dicta normas, sanciones y castigos estableciendo así conductas permitidas en la sociedad y regulando diferentes prescripciones jurídicas, incluyendo el derecho de familia, civil, y penal. Por otro lado, los textos incluidos en El Hadiz, libro que hace parte del corpus doctrinal del Corán, es fuente primordial de la organización y argumentación jurídica y política que se encarga de crear un Estado de derecho legítimo. Pues se basa en las narraciones y aspectos de la vida de Mahoma. Este es el caso de Medina, ubicada en la actual Arabia Saudita y reconocida por ser la ciudad donde se encuentra sepultado Mahoma. Allí, acude al Hadiz para llenar vacíos jurídicos basándose en los relatos donde se describen las conductas recomendadas, ordenadas o prohibidas. Por último, la Sharia es un código de conducta que determina los deberes de los individuos en su vida pública y sirve como base para la integración del Estado.
Los marcos jurídicos de las sociedades islámicas son definidos a través de las normas, sanciones y castigos incluidos en estos textos, sentando las bases de su organización social. Tras ser considerados como modelos, dichos contenidos trascienden a la esfera política y social, estableciendo así orden a través de la imposición de patrones sistemáticos de conducta claramente establecidos. Esta particular doctrina juega un papel fundamental en la construcción de poder en sociedades islámicas.
Desde su apogeo en el siglo VII, los límites pobremente definidos entre los escenarios políticos y religiosos han dado lugar a la construcción de poder y formación de la sociedad islámica en la que el poder se ejerce y se refuerzan a través del ejercicio religioso. La religión como elemento modulador de carácter social y cultural, define patrones de conducta y organización jurídica encontrados expresamente en sus textos sagrados. Así, el ejercicio de poder usando la religión como herramienta principal somete a los individuos a demostrar lealtad a los textos sagrados y regirse bajo la doctrina de estos textos para preservar el orden social y político en la sociedad.